El presente opúsculo fue editado con motivo de un homenaje al pintor en 1989. Consta de una breve reseña biográfica y de algunas imágenes del artista y sus allegados, junto con algunos cuadros presentados en la exposición.
José Inés Casillas F.
Por Heriberto Alcalá
Cortés.
Presentación
Sabedores de que un pueblo sabio
y culto es un pueblo justo y libre, el H. Ayuntamiento 1989-1992 de Tepatitlán de
Morelos, Jal., legítimo intérprete del sentir de los tepatitlenses; y en
ocasión de la celebración de los tradicionales festejos abrileños, que hermanan
sobremanera; orgullosamente brinda justo y merecido homenaje al genial artista
D. José Inés Casillas Fernández, uno de los mejores pinceles de nuestro Terrón Colorado.
Al hacerlo no nos mueve el insano
afán de lucro, sino única y exclusivamente el noble y legítimo anhelo de
divulgar la cultura producida y usufructuada por nuestro pueblo, en la obra de
uno de sus más preclaros hijos por ser ésta -la cultura- uno de los deberes y
quehaceres esenciales de todo ayuntamiento bien constituido.
Este humilde opúsculo y otros que
tal vez pudieran aparecer posteriormente, tendrán por objeto, presentar a
nuestros paisanos las realizaciones culturales de algunos de nuestros
coterráneos más representativos y connotados.
Presentamos, pues, este
testimonio pictórico que honrra, no sólo a D. José Inés Casillas Fernández y a
su digna familia, sino a los tepatitlenses todos y aún a los jaliscienses, que
ven en la obra del alteño, la herencia cultural que nos prestigia.
Tepatitlán de Morelos,
Jal. Abril de 1989
***
Cuando la pequeña y apacible
villa de Tepatitlán, en el Estado de Jalisco, estaba a punto de engalanarse con
el gran rango de ciudad y de agregar a su toponimia náhuatl el apellido del
insigne Siervo de la Nación, llegó procedente de su natal Cerrito Colorado, de
la misma municipalidad tepatitlense, el que había de convertirse en genial
pintor y magnífico escultor, D. Serapio Casillas González, quien en plena
contienda maderista, contrajo matrimonio con la virtuosa señorita Dña. Matilde
Fernández Martín del Campo, que como él, eran distinguidos por sendos apellidos
de profunda raigambre alteña.
Y así, entre el duro trajinar
revolucionario, de constantes sobresaltos, la casa de los Casillas-Fernández
vio premiados por la Providencia, su ternura y comprensión conyugales con el
advenimiento de una vigorosa y vivaracha criatura que, al recibir las Aguas
Lustrales, le dieron el nombre de María Guadalupe y que poco tiempo después se
vio acompañada por un hermanito al que llamaron José Luis.
Era la época en que la placidez
de nuestra pequeña Perla de Los Altos era interrumpida por el continuo
corretear de los caballos, la algarabía y las arengas revolucionarias a favor o
en contra de los diversos caudillos sediciosos al gobierno porfirista. Y en el
hogar de D. Serapio y de Dña. Matilde, muy cercano al santuario que los
tepatitlenses dedicaron a la Madre de los Mexicanos, en la casa marcada con el
número 5 de la calle Tepeyac, Dios les dio su tercer hijo, José Inés, nuestro
biografiado, la tibia mañana del 29 de marzo de 1914.
Cinco hijos más: J. Guadalupe,
Imelda, Ricardo, María del Carmen, María Concepción, serían confiados por el
Creador a los Casillas-Fernández, para su manutención, su cuidado, su educación
y su formación integrales.
José Inés tuvo así, en la persona
de su señor padre, a su mejor amigo y a su primer maestro en la que sería su
pródiga y fecunda actividad artística.
La infancia de José Inés fue como
la de cualquier niño de cuidad pequeña, su casa, su barrio, su escuela y sus
múltiples y variados lugares de juego llenaban todo su ser, “mi casa –recuerda–
tenía una enorme parra llena de grandes y apetitosos racimos de uvas”…
Él y sus amiguitos, resortera en
mano y las bolsas del pantalón henchidas de piedrecillas, divertíanse cazando
los indefensos pajarillos, los taimados lagartijos u otros animalillos de la
abundante fauna alteña u “observando, por largas horas, a la mulita que, gira
que gira, sacaba el agua de la noria, en la huerta de la cual era encargado mi
abuelito”.
Asistió a la escuela que se localizaba
en la casa del “Portal mocho”, actual esquina ocupada por el restaurant La
Oficina, así como a otra situada frente al templo dedicado a San Antonio; la
primera, al cuidado de la señorita María Imelda y la segunda, a cargo de la
maestra Dña. María de Jesús Graciano.
Fueron sus amigos y compañeros de
andanzas D. Luis Martín del Campo, sobrino de su patrón y, posteriormente,
padre de Alfonso (de los mismos apellidos) y que en varias ocasiones cargó en
sus brazos; además D. Esmaragdo Guzmán, los vástagos de D. Joaquín Rivera y los
de D. Amado Venegas.
Apenas rebasaba la infancia
laboró en el Relámpago, tienda mixta de D. Flavio Martín del Campo, como
empleado de mostrador y a la vez como colaborador. Como empleado de mostrador
“con una dificultad –al decir de los amigos– sobresalía tras la grande mesa de
la tienda”; mientras que como colaborador se encargaba de hacer efectivos los
abundantes “vales” con los cuales pagaban sus compras los cabecillas que
ocupaban la ciudad.
Entre sus andanzas de cobrador estuvo
presente, acompañando a nutrida concurrencia, en las orillas de la ciudad,
llevando en la vanguardia a la banda de música, para recibir al general Jesús
Miguel Z. Martínez, alto de estatura, de cara larga y enérgica y que infundía “respeto”
a todos. Al Corl. D. José Lacarra, en mal momento, ya que al buscar hacer
efectivo uno de los “vales”, éste se encontraba ebrio y, pistola en mano le
quiso pagar con bravuconadas y amenazas.
Dicho miliciano tenía su residencia
en la casa de D. J. Jesús Vallejo. Vio también curioso y asombroso a la vez a
D. Quirino Navarro, Presidente Municipal en turno, cerrar las puertas del templo
parroquial ante la protesta general de los tepatitlanenses que habían arrimado
piedras, cal, chile molido y otros objetos con la intención de evitarlo.
Al ser creada la empresa
autotransportista Tepatitlense Camiones de Los Altos, él fue uno de los
primeros cobradores, ofreciéndole casi tres años de su vida… A dicha sociedad
cooperativa, laborando en los autobuses números uno y dos… de nuestra ciudad a
la Perla de Occidente la cantidad de 50 centavos, efectuando el viaje en tres o
cuatro horas, ya que, saliendo de Guadalajara a las 5:00 horas y, después de
pasar por Tateposco, la Hacienda de Arroyo de inmedio, la Punta, la Casa
Fuerte, Puente Grande y La Laja, se llegaba a Zapotlanejo a tomar algún
alimento, para proseguir después a rancho alegre y puente de Calderón en donde,
para poder ascender la inclinada cuesta para alcanzar la Joya Vieja, hacían
trabajar a los pasajeros del vehículo: proseguir hacia Piedra Amarilla,
Paredones y finalmente, entre 8:00 y 8:30 horas, a nuestra chapeteada Perla
Alteña.
Pero además de esta ruta, cien
por ciento brecha transitable solo durante el temporal de “secas”, José Inés
presentaba sus servicios en el derrotero de San Juan de los Lagos y en el de
Lagos de Moreno, aprovechando de vez en vez la ausencia de usuarios para
apearse del vehículo y disfrutar, paleta, pincel y lienzo en mano, de la
hermosura de los variados y multicolores paisajes del altiplano alteño, que
hábilmente plasmada embelesado. En San Juan pintó para D. Nicandro de Alba una
hermosa Madona con el niño Jesús en los brazos, copiada de un cuadro de
Murillo.
Y como su pasión era pintar, dejó
su actividad de autotransportista pionero, cuando el infatigable artista Juan
(Ixca) Farías, director del Museo Regional del Estado de Jalisco, reconociendo
su talento, le ofreció la plaza de restaurador de pinturas del museo así como
la de maestro de pintura en la Escuela de Bellas Artes, dentro del propio museo
primero, después cerca del Rincón de Diablo y finalmente en la calle de Belén,
sitio en que se encuentra aun actualmente.
En el museo del Estado cultivó la
amistad del pintor-restaurador D. Rubén Mora Gálvez, así como la del
intelectual fraile franciscano D. Luis del Refugio Palacios, incansable amigo de
las bellas artes. También conoció de cerca a la pléyade de contertulios del
director del museo D. Ixca Farías, entre los que destacaban los licenciados D.
José Parres Arias, rector de la universidad de Guadalajara; D. Francisco
Rodríguez Gómez, director de Educación Pública; J. Guadalupe Zuno Hernández, ex-gobernador
del Estado…
De la amplia gama de colores que brotaban
de su “paleta”, hizo de los tonos ocres y de los verdes oscuros sus tonos
favoritos ya que producían fantasías sombrías y tenebrosas que siempre le
apasionaron.
Inició su vastísima obra, más de
300 óleos, copiando estampas, realizando miniaturas, que fueron su pasión de
por vida, una cena que, al ser rifada en su natal Tepatitlán, la ganó un hijo
de D. Gabriel Padilla, así como dos cuadros que fueron a adornar los muros de
la residencia de D. Francisco Barba.
En su tierra natal José Inés realizó
gran cantidad de retratos de personajes prominentes, destacando los de S. S.
Pío III, Pontífice Romano que creó la Diócesis Compostelana, más tarde
convertida en la Diócesis de Guadalajara y por ende, la jurisdicción episcopal a
la cual pertenecía nuestra Tepatitlán de Morelos; el de S. S. Pío IX, Obispo de
Roma que canonizó al protomártir mexicano Felipe de Jesús y que proclamó el
dogma de la Inmaculada Concepción; el del excelentísimo Dr. D. Santiago de León
y Garabito, creador de la Parroquia de San Francisco de Tecpatitlán; del primer
cardenal mexicano Emmo. Dr. D. José Garibi y Rivera y de los R.R.P.P.D. Ignacio
Plascencia y Moreira, D. Gabino de Alba y D. J. Jesús Reynoso, dignos párrocos
de Tepatitlán.
También realizó los retratos de
los señores presidentes de la empresa Camiones de Los Altos, D. José Alcalá, D.
Luis Martín del Campo, D. J. Jesús Vallejo, D. Alberto Navarro, D. Doroteo
Navarro y D. J. Jesús Alcalá; el del “Gringo Navarro” y varias miniaturas para
D. Gabriel Padilla.
En la capital del Estado, para el
Museo Regional Estatal, restauró gran parte de la famosa pinacoteca, así como
infinidad de copias para varios ilustres tapatíos, destacando sobremanera, La
Batalla de Marengo, óleo de un metro por ochenta centímetros, que reprodujo para
la colección particular del Lic. García Barragán. El expolio de El Greco, para
el Dr. Sendis.
También imitó magistralmente para
el mismo museo, obras de los europeos D. Francisco de Goya y Lucientes, Van
Rijn, Rembrandt, D. Leonardo de Vinci, D. Rafael Sancio, D. Diego de Velázquez
y D. Bartolomé esteban Murillo, a los que incluso imitó la dirección dada al
pincel para lograr óptimos trazos y del paisajista mexicano D. José María Estrada;
sin contar una vasta cantidad de obras anónimas.
Igualmente en la Perla Tapatía,
pero para coleccionistas particulares, realizó para D. Leopoldo Orendain,
diversas reproducciones de obras pertenecientes al museo, además del retrato de
su señora esposa. Para D. Fernando Salmón, el retrato de su hija en el día de
su primer encuentro con Jesús en la Eucaristía. Para el Lic. García Barragán,
además de la Batalla de Marengo, el Retiro de las Tropas Napoleónicas de Moscú
y todo lo existente sobre el inmortal militar corso que estuvo a su alcance.
Para el Sr. Senador sanmiguelense
D. Miguel Moreno, el retrato de su señora esposa, además de varias obras. Al general de Alba, una obra que le fue
saldada inservible y anticuada arma de fuego. Al hijo de D. Leopoldo Martín del
Campo “Paviche”, a quién pintó montado en un hermoso corcel.
En su colección particular
guarda, con verdadero celo, un Autorretrato, así como retratos de su señora
esposa Dña. Ana María Navarro; de sus hijos: Salvador, María Inés, Silvia y
Anita, varios bodegones y un número incontable de polícromos biombos.
Varias de sus exposiciones
tuvieron como escenario los frescos y amplios corredores del conventual y
vetusto Museo del Estado, así como las bien acondicionadas salas de
exposiciones de la Cámara Nacional de Comercio de Guadalajara; pero la que
mayor número de satisfacciones le brindó fue la que, auspiciada por el Lic. D.
J. Jesús González Gallo, se instaló en el bellísimo Palacio de las Bellas Artes
de la ciudad de los palacios en 1944, como muestra de la abundante diversidad
de aportaciones culturales y artísticas que nuestro estado brinda a la
patria. Estuvo integrada por los
compositores musicales D. Gonzalo
Curiel, autor de inumerables hermosas melodías, pero en especial de la
inolvidable Vereda Tropical y de D. Pepe Guízar, bien llamado El Pintor Musical
de México por su incontable número de “acuarelas musicales”, entre las que destacan: Guadalajara, Chapala,
Pregones de México, etc.; de los intérpretes Dña. Lucha Reyes (Luz Flores Aceves),
llamada la reina de la Canción Mexicana; las zapotienses Paz y Esperanza
Aguila, las incomparables hermanas Águila y Tito Guízar, primer embajador
musical de nuestra patria. Del escultor D. León Muñoz y los pintores: D. José
Clemente Orozco, autor de valiosísimos murales en la Perla Tapatía y en
infinidad de ciudades de los cinco continentes; D. Gerardo Murillo, más
conocido como Dr. Atl, con enorme aportación en pinturas con temas ortográficos
del paisaje mexicano; Dr. Roberto Montenegro, decorador que fue de los
despachos de la Secretaría de Educación Pública, las salas de la Biblioteca Hispano
americana, la sala de la Escuela Nacional de Maestros, todas en la capital del
país; D. Jorge González Camarena, tapatío autor de La Vida, en el edificio
Guardiola; La Vida y la Industria, en la Cervecería Modelo; México, en el
vestíbulo del Instituto Mexicano del Seguro Social; Las Razas, en el Museo
Nacional de Antropología; Integración de América Latina (300 metros cuadrados)
en la Universidad de Concepción, en la austral República de Chile y muchas más;
D. Raúl Anguiano, tapatío que realizó varias exposiciones en París, San
Francisco, Ca., La Habana, Moscú, Leningrado, Roma, Venecia, Puerto Alegre,
Brasil, Nueva York, etc.; la de la alteña, de San Juan de los Lagos, Jal. Dña.
María Izquierdo, que expuso en Nueva York, Buffalo, Hollywood, San Francisco,
Ca., Santiago de Chile, Guatemala, Panamá, Brasil, Lima, La Paz, Bolivia, Rio
de Janeiro, Bombay, París y Tokio; el tonilense D. J. Jesús Guerrero Galván,
discípulo académico francés D. Francois Burguerau, autor de La Esmeralda, Los
Juegos de Niños, mural en la Escuela Portales, de la Comisión Federal de
Electricidad; La Danza de los Vendados, en el Museo de Arte Moderno; el Génesis
del Popol Vuh, en una casa particular de Cuernavaca, Mor., y otras más y el
tapatío D. Rubén Mora Gálvez, restaurador del Museo del Estado.
Con la señora Dña. Ana María
Navarro ha integrado una hermosa familia, integrada por once hijos y catorce
nietecitos. Los primeros: Miguel Ángel, el primogénito, casado con la alteña
yahualiscense María de Jesús Placencia, son padres de: Miguel Ángel, Ma. de
Jesús, Ana Guadalupe, Benjamín Nereida, Israel y Zaira; María Inés, casada con
D. Alfredo Naranjo Padilla, son padres de Fabiola; Gamaliel, que permanece
soltero y que heredó los pinceles de su padre y los estiletes, cinceles,
gurbias, buriles y otras herramientas de su abuelo D. Serapio, que ha cursado
artes plásticas en la ciudad de México y en la brumosa Londres, Inglaterra; Ana
María Imelda, está soltera y es la alegría del hogar paterno; Salvador, casado
con Anita Arias Macías, sin hijos aún; Joel, que colabora en el taller con su
padre; Margarita, casada con el Ing. D. Salvador Escobedo Martínez, que le han
obsequiado a José Inés, a Salvador Daniel, Alejandra y Araceli como nietos.
Silvia, casó con D. Jaime Eugenio
García Alvarez y han procreado procreado a Octavio; Joel, que permanece
soltero, así también como su hermana Yolanda, que médico oftalmóloga; Jorge,
casado con María de la Luz; y Enrique, el benjamín, con Leticia de Jesús
Zaragoza (*), que han aumentado la cantidad de nietos con Ana Monserrat y Sandra
Elisa.
La casa de los Casillas-Navarro
ha tenido de todo, alegrías y sinsabores, momentos de gozo y al igual, ratos de
tristeza que, más que desunirlos, han fortalecido su compromiso contraído el
día su unión matrimonial.
(*) El autor se equivoca, el nombre correcto es Leticia Zaragoza.
Bibliografía.
Alcalá Cortés, Heriberto.-
Entrevista personal al Sr. D. José Inés Casillas Frenández.
Marco Histórico de la Parroquia de
San Francisco de Tecpatitlán, Guadalajara, Jal. 1983.
Alvarez, José Rogelio.-
Enciclopedia de México. México, D. F. 1978.
Casillas, José Alberto.- Bosquejo
Histórico y Personajes de Tepatilán, Guadalajara, Jal. 1977.